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DECÁLOGO SOBRE LAS NUEVE COSAS QUE PUEDE HACER PARA TERMINAR BIEN LA CENA DE FIN DE AÑO. (Es aplicable a cualquier otra cena o reunión anual)

Posted by on 31 diciembre, 2021

Desde Moisés hasta nuestros días, cada vez que alguien nos quiere dar un consejo sobre algo, o nos pretende decir que es lo mejor para nosotros no se limita a dar un simple consejo, no, tienen que ser diez. A pesar de su número no deja de resultar curioso que el Decálogo más famoso de la historia, el que parece que inició toda la tradición, se recoja en el Pentateuco. Si alguno está pensando que me estoy comparando con Moisés, hace bien en pensarlo, tiene toda la razón, lo estoy haciendo ¿Por qué yo no voy a tener yo mi decálogo? – si no ha entendido la broma, no siga leyendo, este post no es para usted-.

Mi decálogo pret

Decálogo sobre las nueve cosas que puede hacer para terminar bien la cena de fin de año.ende darle consejos sobre cómo puede abordar la cena de fin de año, aplicando “técnicas de mediaci

ón”. Mi decálogo sólo tiene nueve consejos. Estoy escribiendo desde Cádiz y aquí siempre se ha sabido que los cuartos son de tres o de cinco, por eso me he decidido por hacer un decálogo de nueve. Soy modesto, me basta con el nueve, el diez podría llegar a ser pretencioso. Empecemos.

Si, es una noche para estar guapo y elegante, pero tanto por dentro como por fuera. Elija un espejo de la casa con buena luz, ¿se ve bien?, pues así lo verán los demás. Si piensa que hay algo en usted pueda mejorar el ambiente en la cena, no lo dude es el momento, hágalo. Ya está bien, se ha mirado bastante, no sea narcisista.

2.- Conozca su PAAM.

He elegido el PAAM y no el MAAM, no sólo por evitar el lenguaje no sexista, sino porque al tratarse de una cena de fin de año, es mucho mejor conocer cual es su alternativa al peor acuerdo negociado. ¿Qué significa salirse con la suya?, ¿tan importante es tener la razón?  Hágalo fácil, todos han colaborado en preparar la cena – o lo que es más probable se la han endosado a su madre-, no los deje en mal lugar.

La cena sólo es un rato, mañana también tendrá que ir a comer es el día Uno. Si no es suficiente con esto. Valore si tener razón es mejor que los tupper de comida que le da su madre el resto del año. Se los está jugando.

3.- Súbase al balcón.

No, no tiene que irse al piso de arriba, ni colocarse cual palomo encaramado en la barandilla. Lo que tiene que hacer es empezar por controlarse usted mismo no controlar al resto ellos tienen derecho a tener sus propias opiniones. En lugar de perder los estribos o desquitarse sea usted quien ofrezca la copa de bienvenida.

4.- Escuche activamente.

Esta es la parte más difícil de la cena, pues requiere un ejercicio de sus mejores habilidades cognitivas y empáticas. Separe los sentimientos del alcohol, no lo juzgue por sus ideas, no los descalifique por sus opiniones, observe su lenguaje no verbal, ¿En que medida lo que dicen no está influenciado por la pérdida de verticalidad?.

Si no le da resultado recuérdeles la famosa frase de Marx, el afamado filósofo: “es una pena que las personas no podamos intercambiar los problemas pues todo el mundo sabemos cómo resolver los problemas de los demás”. Por cierto, no es Karl es Groucho.

5.- Formule preguntas aclaratorias.

Si ya no puede más de ser empático con lo que está escuchando no se desespere, formule preguntas aclaratorias. Si detecta contradicciones o verdaderas sandeces en la narrativa de algún comensal, no las señale abiertamente, hágase el tonto. Responda con: Lo siento, estoy confundido, no te entendí, debes tener buenas razones para pensar así pero, ¿podrías aclararme qué relación tiene esto con lo que dijiste antes? No servirá de nada, le mirarán mal, seguirá diciendo las mismas sandeces y posiblemente hasta lo ignoren, o confirmen eso de “es que eres el raro, tú siempre igual”, pero habrá ganado tranquilidad para el resto de la noche, sin crear un conflicto. Valórelo.

6.- Desvíe los ataques.

Finte una y otra vez, usted es un experto esgrimista de mesa. Haga ver al otro que esos ataques se los toma como comentarios divertidos y amistosos. Acuérdese de aquel general que después de saludar amablemente al emperador éste le volvió la espalda, “me alegra ver qu

e su excelencia ya no está enfadado conmigo”, “¿Cómo?” -dijo el emperador-, “Porque su excelencia jamás le habría dado la espalda a un enemigo”.

7.- Externalice el problema.

No identifique lo que está diciendo con la persona, a estas alturas de la cena casi todos han libado más de lo necesario. Intente desviar la atención, la política, la religión y el futbol, es un caldo abonado para el fracaso de una cena. Genere distancia entre los comensales y la política, busque soluciones, hable de crudi-veganismo, todo el mundo lo apoyará en que no es una noche para comer apio ligeramente hervido a menos de veinte grados.

8.- Haga de abogado del diablo.

Es la hora de elegir en que cadena ver las campanadas. Lo está haciendo muy bien no sea usted quién la campanada. Recuerde que en esta noche ya tenemos otras personas en la plaza del Sol que la dan por usted incluso le explicaran un año más que antes de dar una campanada tienen que hacerle cuartos. Si no se ponen de acuerdo con la cadena de tv hágales ver los pros y los contras, propóngales escucharlas por la radio, ya verás como ante esa opción todos se ponen de acuerdo. Que no puedan decir que no están en desacuerdo con usted.

9.- Tienda un puente de oro.

Llegamos al final, seguro que no tiene ya capacidad ni ganas de reformular, ni resumir, ni ser empático, ha llegado el momento de las burbujas (no está prohibido tomarlas antes). Hagan que los que menos han participado en la cena se sientan protagonistas por un momento, pídales que hagan el honor de traer el champan y abrirlo. Todos son ventajas para usted mientras está tranquilamente sentado le servirán y le pondrán la copa en la mano.

Si ninguno de estos consej

os le ha servido, recuerde, “in vino véritas…”, déjese llevar por la conversación, disfrute de los caldos, diga lo que piensa, siéntase protagonista total un día es un día y no tiene por qué ser mediador todo tiempo. Tienen derecho a sacar los pies del tiesto. En todo caso, no dejen que terminen el proverbio, en el agua no está la salud y menos esta noche -ahí es donde mamá y papá pez hacen pececitos-, no puede ser buena-.

Espero que con este último consejo piense que mi decálogo me ha salido de DIEZ, y Viva el Vino.

Fernando L. Camisón

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